Muchos adolescentes cuando llegan a una determinada edad suelen elegir a sus pares como sus confidentes porque creen que son mejor comprendidos por ellos que por sus progenitores. En muchos sentidos es algo normal y esperable, no sólo por la cercanía de edad, sino principalmente porque observan que sus intereses son muy distintos a los de sus padres. Es obvio que encuentren más eco entre sus pares que entre sus padres, por muy buenos que éstos sean.
Dos tips muy simples que da buenos resultados, para retomar la confianza con el hijo o hija son los siguientes.
Escuchar
Cuando el adolescente relate cualquier anécdota por muy superficial que nos parezca o quizás hasta medio riesgosa y que se nos alerte de alguna situación que por nada nos gustaría que nuestro ser querido esté involucrado, primero muéstrese interesada en lo que está relatando y solo dedíquese a hacer preguntas, como por ejemplo, ¿qué dijeron otros chicos al respecto? , ¿qué crees que hubiese pasado si tú hubieses reaccionado de otra forma?, ¿qué piensas tú de lo que acabas de contarme? etc, siempre con el fin de mostrarse atenta/o en lo que el hijo desea contar. Es muy importante no parecer ansiosa/o por querer tener más respuestas, de lo que el retoño quiere contar, pues muchas veces el joven solo desea desahogarse y no quiere cuestionamientos, en ese caso, en un otro momento propicio se puede preguntar al respecto.
De hecho, si al escuchar al hijo se lo interrumpe para dar lecciones de moral o preguntas que no son pertinentes a lo que el adolescente está contando, lo más probable es que no vuelva a hablar de lo que le preocupa.
No juzgar
Lo segundo y no menos importante es no juzgar lo narrado diciendo, (incluso antes de que se termine el relato) pero ¡cómo fue posible que se hiciese eso!¡espero que jamás sepa que tú hayas hecho algo parecido! O, yo jamás hubiese reaccionado así... Una de las cosas que los padres de adolescente no deben olvidar es que es imperioso que los hijos se sigan comunicando, porque sólo eso permite que se pueda influir en ellos. Juzgar cierra esa puerta y hace que el adolescente ya no quiera confiar en sus progenitores.
Lo segundo y no menos importante es no juzgar lo narrado diciendo, (incluso antes de que se termine el relato) pero ¡cómo fue posible que se hiciese eso!¡espero que jamás sepa que tú hayas hecho algo parecido! O, yo jamás hubiese reaccionado así... Una de las cosas que los padres de adolescente no deben olvidar es que es imperioso que los hijos se sigan comunicando, porque sólo eso permite que se pueda influir en ellos. Juzgar cierra esa puerta y hace que el adolescente ya no quiera confiar en sus progenitores.
No es fácil tratar con adolescentes, pero tampoco es complejo cuando los padres se mantienen lo suficientemente cerca como para escuchar de verdad.
Copyright: Lic. Mery Thomann
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